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En gran parte de la segunda mitad del siglo XIX, no existían en nuestra ciudad agencias funerarias para despedir a los que habían pasado a mejor vida, por lo que las personas que necesitaban de este servicio, tenían que recurrir con algún maestro carpintero, con el fin de que les fabricaran urgentemente alguna caja, la que se hacía según la posición económica del difunto, de tal forma, que nombraban a su taller “Establecimiento de Ataúdes”. Este tipo de locales se les encontraba por diferentes calles de la ciudad, como la de “Las Barberías”, actualmente de Allende, la “Del Chorro”, hoy de Rivero y Gutiérrez, por la calle de “Las Animas”, actualmente Gómez Farías. A fines del mismo siglo, aparece por nuestra ciudad Alberto Fuentes Dávila, que sería conocido como “El Muertero”, al parecer, fue el primero en instalar un “Establecimiento de Ataúdes” en forma en nuestra ciudad. “La Agencia de Inhumaciones” de don Alberto, se ubicaba por la 2ª de Tacuba, actualmente de Cinco de Mayo, en 1910 decía contar con el único servicio de carrozas fúnebres en la ciudad. Para 1900 la “Agencia de Inhumaciones” J. Tames de San Luis Potosí, anunciaba su establecimiento en la 5ª de Tacuba, decía contar con un completo surtido de cajas mortuorias. Posteriormente, Don Isidoro Juárez instaló su agencia “La Urna de Oro” en cinco de Mayo, ya con servicio de carrozas, que compartía con el Señor Pablo R. Macias, que tenía su propia agencia en la misma calle. Por su parte el Señor Antonio M. Arias, tenía su Taller de Carpintería y Agencia de Inhumaciones, en la calle de Colón y anunciaba; talleres movidos por electricidad. Por esos años surgieron la “Agencia de Inhumaciones F. Lozano”, también llamada “El Encino”, en la calle de Juan de Montoro, del Señor J. Francisco Lozano, decía contar con el mejor servicio de auto-carroza, cajas de lujo, finas, entrefinas y corrientes. Esta agencia posteriormente cambió su domicilio a Cinco de Mayo y se conocía como “Funerales Lozano”. En esa misma calle se encontraba “La Más Barata”, del Señor José Ramírez, que por 1941 ofrecía cajas abullonadas, como servicio adicional, ofrecía velas de cera, esquelas y servicio de auto-carrozas, esta funeraria posteriormente se conoció como “El Amo”. Todavía a principios de la década de los sesenta, las agencias funerarias no contaban con sala de velación, por lo que esta ceremonia se celebraba en la morada del desaparecido, sin importar su posición social. Al siguiente día de la velación, llegada la hora de partir hacia el Templo, ya la carroza con su conductor y cuatro personajes más, muy puntuales esperaban en la calle. Estos cuatro personajes con cara de tristeza, que no era otra cosa que una cruda rezagada, eran llamados popularmente “Los Muerteros” o “Los Cuerveros”, se encargaban de subir y bajar el ataúd y de acompañar la carroza en sus costados, durante todo el trayecto. La costumbre de velar a los difuntos en casa, así fueran de alta posición social, continuó hasta mediados de la década de los sesenta, por entonces algunas funerarias como la Rodríguez Zermeño, que se ubicaba en la calle de Morelos y posteriormente “El Amo”, ya contaban con capilla ardiente. Actualmente todas las agencias funerarias cuentan con su sala de velación y una gran variedad de estuches mortuorios, y con un servicio que hace menos dramáticos esos últimos momentos.

Información adicional

  • Datos del lugar

  • Nombre Funeraria la Urna de Oro
  • Ciudad Aguascalientes
 
 

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